sábado, 16 de febrero de 2013

DE LO INTANGIBLE


Cuando la soledad se convierte en  compañía, la explosión de los sentidos se agudiza,  actuando como  condición necesaria para la  supervivencia poética y seductora de la creación artística.
Cuando la expresión de lo visible se transforma en fuerza, en una fuerza que emana desde lo inmanente de la obra misma, es cuando se ha logrado trascender desde la contemplación de la percepción solitaria, a la manifestación creativa de lo que acontece.
Entonces,  los giros inesperados,  curvas,   líneas,   colores, el blanco,  el negro,  el gris, el agua, la tela, el soporte, la textura, el equilibrio , la tensión... , interactúan en la objetividad de lo acontecido y  de lo creado, junto a la subjetividad de lo interpretado entre el artista, la obra y,  sus acompañantes, que disfrutan y comparten de ese ocio contemplativo  filosófico al mejor estilo griego, en  un juego en el que se  predisponen  a conectarse con la magia de lo universal, en dónde lo ético y lo estético desaparecen, y la moral deja de ser extremista para ser vanguardista, sin límites que la definan.
Entonces, agudizar los sentidos, implica quizás una conexión directa entre la intensión, la creación y la contemplación, en dirección a un sin sentido infinito e integrado.
El interrogante que se nos manifiesta  al contemplar una obra, como una cuestión a resolver, se presenta a veces como un cruce de tensiones que dificultan lo que realmente pretendemos ver, pero que, visto a la luz como un prisma de cristal, se convierte en una respuesta que explota en una variedad de colores e interpretaciones. En ese instante el presente se torna eterno y se expande la imaginación.
Que no nos confunda la ansiedad en la necesidad de ver todo, de comprender todo, de analizar todo, de plasmar todo.
"Lo que envenena al palpito es la angustia de palabras atoradas para definir lo indefinible"
Por todo esto, hoy me predispongo, simplemente a contemplar...

Carolina Valdivia
 Pcia. de Mendoza febrero 2013